Desde que la Revista Science publicó entre sus noticias la existencia de un alerce que podría tener más de 5.000 años de antigüedad en el Parque Nacional Alerce Costero de la Región de Los Ríos; las curiosas miradas se posaron en sus senderos aumentando así el flujo de visitas que recibe el área protegida. El artículo fue basado en la investigación que lleva a cabo el científico Jonathan Barichivich quien busca que dicho alerce sea protegido como corresponde y sea además nombrado Monumento Nacional. Lamentablemente, la irracionalidad humana actuó primero, pues poco después de conocida la noticia, desconocidos causaron irreparables daños en la corteza de un alerce en el sendero que lleva al alerce milenario. Esto provocó el cierre temporal de ese sector del parque hasta que no estén las condiciones para la protección adecuada de los alerces. Si nos preguntamos para qué sirve sacar la corteza del alerce – o de cualquier árbol – no hay respuestas que justifiquen arrancar la piel de un ser vivo.

 

El alerce en particular es la segunda especie más longeva del planeta siendo un silencioso testigo de la historia del hemisferio sur. La edad del alerce, y de otras especies arbóreas, se puede conocer a través de sus anillos de crecimiento los cuales se conforman su madera y donde cada uno corresponde a un año. Pero no es sólo su antigüedad lo que le otorga un gran valor, pues los alerces protegen además los suelos de la erosión y ayudan a almacenar agua en sectores altos de la cordillera donde otras especies no son capaces de crecer. Los anillos son un gran nicho de estudio para la ciencia, siendo la dendrocronología la encargada de estudiarlos para así investigar los eventos ambientales de los que los árboles han sido testigos.
Las condiciones ambientales influyen directamente en el crecimiento de los árboles siendo el cambio climático una amenaza más para el alerce ya que las condiciones son cada vez más secas y calurosas, todo lo contrario del hábitat ideal para esta especie. La tala indiscriminada y la quema de los bosques son también un enemigo para los alerces ya que a través de estas cuestionables y dañinas prácticas se busca comercializar su madera.

Conocer para proteger

Si bien las acciones que dañan a los alerces no se justifican se puede entender su base: la escasa o nula educación ambiental con enfoque en conservación de la naturaleza que recibimos. No tenemos conciencia de que habitamos territorios con árboles de más de 3.000 años de antigüedad, que albergan una gran biodiversidad esencial para nuestra existencia y que son una rica fuente de información sobre la historia del medio ambiente y la humanidad. Al mismo tiempo, si todo el conocimiento fruto de investigaciones sobre los alerces no abandonan las paredes de los laboratorios tampoco se logra un objetivo importante: la divulgación de la ciencia. Con todos estos antecedentes es que un equipo interdisciplinario de investigadores se propuso trabajar para lograr comunicar un mensaje de conservación que logre remover nuestro sentir hacia los alerces.
Tomas Muñoz, Ingeniero en Conservación de Recursos Naturales y estudiante de Doctorado en Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile, cuyas investigaciones se enfocan en la dendrocronología, desarrolló durante el año 2019 el proyecto Explora “Enciclopedia Natural: anillos de árboles como archivos ambientales” en escuelas de la comuna de Rengo. Así comenzó su cercanía con la divulgación de las ciencias de la tierra, la dendrocronología y el uso de árboles milenarios como archivos climáticos del pasado.
El proyecto fue desarrollado junto a Francisco Muñoz, Geólogo, quien a su retorno a Chile luego de estudiar en Argentina se comenzó a relacionar con el mundo del estudio de los anillos de los árboles y su divulgación. Sin embargo, su cercanía comenzó años antes, desde que acompañaba a su hermano Tomás a recolectar muestras de árboles para el posterior estudio de sus anillos.
Para Rocío Urrutia, Ingeniera Forestal y Dra. En Geografía y Medio Ambiente, el estudio de los bosques de alerce ha estado presente desde su tesis de pregrado jugando así un rol importante en su vida. Actualmente es Presidenta de Corporación Alerce, organización sin fines de lucro que tiene por objetivo la conservación de los bosques de alerce.
La relación entre los tres investigadores se consolida en base al mismo objetivo: descentralizar el conocimiento y así entregar el importante mensaje de la conservación de los bosques de alerce a través de un viaje en el tiempo gracias a los anillos de esta especie. “Siento que es una especie muy valiosa, es un tesoro que tenemos todos los chilenos. Me gustaría que más gente supiera que existe para que más gente se conecte con este ser milenario que ha sido testigo de mucha historia y lo proteja” reflexiona Rocío, encargada de contenidos del proyecto, quien guarda muchísimo cariño por los bosques antiguos de alerce.
A Francisco, Coordinador General de la iniciativa, lo motiva divulgar particularidades y datos excepcionales de las ciencias naturales. Especialmente el conocimiento de la Tierra a través de algo cotidiano como un trozo de madera, comentó el geólogo.
Para Tomás, Director General del proyecto, es fundamental que “el público entienda que cualquier cambio en el medio ambiente repercute en la vida de los árboles, entender la sensibilidad de los alerces a los cambios que ocurren en su entorno”.

Un viaje hacia el interior del tronco del alerce

Con los objetivos claros materializaron su idea a través de la adjudicación del proyecto “Un viaje a través del tiempo, desde que el Alerce tiene memoria” financiado por el Programa Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación que será implementado en la Plaza de la Cultura de la ciudad de La Unión, comuna con fuerte identidad en torno al alerce milenario presente en el Parque Nacional Alerce Costero. La Institución ejecutora corresponde a la Corporación Alerce.
La exhibición del proyecto toma forma a través de la instalación de un pabellón que va a permitir a personas de todas las edades iniciar una travesía hacia el interior del tronco para así experimentar un viaje a través del tiempo. Una experiencia de este tipo implica complementar el equipo de trabajo con un área creativa que se encargue del diseño e implementación de la aventura.
Es así como se sumaron al equipo Valentina Vega, Diseñadora Gráfica y encargada audiovisual, Fernando Huenchullanca Godoy, Arquitecto y encargado creativo y Oscar Llauquen, Ingeniero Informático y encargado de programación.
Cuando el objetivo de comunicación está claro es necesario encontrar la forma adecuada para transmitir una experiencia hacia un público que contempla niñas, niños, jóvenes y adultos. Si de desafíos hablamos, para Oscar estos se centran en “diseñar una experiencia simple y verdadera relacionando arte y ciencia. Que la belleza de lo simple haga entender el conocimiento científico y así llegar a todas las edades” indica quien ha trabajado en lenguaje de programación orientado al arte y con gran experiencia en proyectos y exposiciones vinculadas al diseño y tecnología experimentando software y programación de códigos.
Para que dicha experiencia se entienda y se disfrute Oscar señala que es clave centrarse en el usuario. En sus palabras “ser empático y tratar de llegar al público para que disfruten la experiencia. Pensar en qué es lo que quieres que el usuario viva en esta exhibición”. Desde su experiencia utilizando software como una herramienta para el arte interactivo, es un factor importante considerar que “la obra vive con la presencia de espectadores y usuarios. El gran desafío es llegar a todo el público de la misma manera”.
Por su parte, Valentina coincide en pensar en el diseño como un servicio para el usuario. La idea es “generar un viaje armónico, potenciar el interés y entretención del público, pensando en cómo transmitir sensaciones e información de la mejor manera. Es el cruce de la tecnología al servicio de las personas y su experiencia”. Añade la Diseñadora Gráfica cofundadora de LIV84 con trayectoria profesional en mapping y lenguaje audiovisual. Para ella el pie de inicio del diseño de este proyecto fue crear “un viaje a través del tiempo para preguntarnos cómo entrar en el mundo del alerce. Pensar en estimular formas de aprendizaje distintas”.
Fernando Huenchullanca, arquitecto cuya trayectoria gira en torno al diseño y la creación, asume este desafío como una experiencia de sensibilidad con el espacio público. Según detalla, es crucial el diseño estructural del Pabellón del Alerce como soporte para difundir la ciencia pública en nuestro país. Se detiene en mencionar que este proyecto es una forma de habitar el espacio desde una experiencia lumínica, sonora, háptica y cromática entrelazando factores sensoriales que van mucho más allá de la instalación física. “Siempre hablamos de espacio y tiempo, pues en estas dos esferas importantes es donde transcurre nuestra vida. Sin embargo, el lugar y la ocasión significan mucho más. Vamos construyendo el sentido de nuestra vida en base a lugares y ocasiones”.
Para el equipo coordinador hay muchas expectativas sobre la exposición que se implementará durante el verano 2023 en el corazón de La Unión. El equipo completo se encuentra desarrollando todos los detalles del proyecto para así generar una experiencia que logre conectar a las personas con el bosque. “Siento que va bien encaminado para lo que esperamos, que sea una experiencia memorable. Poder conectar con la parte emocional de las personas y cumplir con la divulgación de la ciencia” señala Francisco.
Para Rocío, las expectativas giran en torno al mensaje principal de la exposición: “pienso que será una muestra interesante y bonita, que logrará que la gente aprenda y se lleve un mensaje tanto de ciencia como de conservación”. El mismo interés mueve a Tomás para lograr el objetivo de comunicación. “Llamar la atención y captar el interés de las personas, incentivar el cuidado del medio ambiente y los bosques de alerce para que se entienda que es una especie que protege a todo lo que está alrededor” indica el Director General de Memorias del alerce.
El proyecto no solo cuenta con un equipo multidisciplinario trabajando desde sus frentes, sino también con instituciones asociadas como la Universidad Austral de Chile a través del Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global que aportará con la donación de muestras de alerces estudiadas desde hace 30 años. También participan la Municipalidad de la Unión, la Corporación Nacional Forestal CONAF de la Región de Los Ríos, el Comité de Agua Potable Rural de Mashue y el Centro Cultural de La Unión. Para el equipo es importante sembrar una semilla en niños y adolescentes que se interesen por estudiar el medioambiente o ejercer liderazgo en el ámbito de la conservación, despertando así la curiosidad en torno a la biodiversidad que nos rodea.